miércoles, 30 de marzo de 2016

Ni una más.

Ni una oportunidad más, ni una mala palabra, ni una mala mirada. No consiento ni una más.

Te creí cuando me dijiste que me querías, aun sabiendo la de veces que me habías fallado, la de noches que me pasé llorando por ti. Hoy me siento estúpida y engañada a partes iguales, porque no hay peor ciego que el que no quiere ver y por desgracia yo solo te veía a ti.


No veía tu desprecio constante, no vi cómo me tratabas  mal, cómo decías cosas sólo para hacerme daño, cómo me hacías sentir inferior. Sin embargo, lamento decepcionarte, pero el que es inferior eres tú. Jugar con las personas y hacerlas sufrir con el objetivo de sentirse mejor no es más que un sinónimo de inferioridad que no quieres reconocer. Así que, “cariño”, quédate con tus palabras bonitas, aquellas que sólo usas para intentar convencerme de una historia que en realidad se queda en eso, una historia. Quédate con tus desprecios, con tus chicas de una noche, con la vida fantástica que aparentas tener. Quédate con tu amor barato, ya no lo quiero. Merezco más que humo.

sábado, 19 de marzo de 2016

Este es tu regalo, papá.



Son muchos años (18 ya) levantándome de mala gana en este día, negando lo evidente: este día yo no lo puedo celebrar. Son muchos años yendo de mala gana al cementerio, que todos los años el regalo sea el mismo: un ramo de rosas.

No, tú no te mereces rosas. Tú te mereces un desayuno en la cama, una corbata, un marco hecho con macarrones. Tú te mereces un abrazo por las mañanas, una noche de risas, unos besos de los que me gusta tanto a mí dar. Te mereces que te llame “papi”, te mereces todas y cada una de  mis sonrisas, de mis miradas de complicidad. Te mereces ver cómo mi hermano es un clon tuyo, cómo la gente te quiere tanto. Te mereces ver a mis primos, a los grandes y a los más pequeños. Te mereces cualquier cosa menos no estar.

Me niego a pensar que ya no estás, que llevas 18 años sin estar. Es una putada, una gran putada para todos los que te queremos, pero lo es más para la gente que no te pudo llegar a conocer. No conoció a una persona especial, cariñosa, divertida y amigo de sus amigos. A decir verdad yo tampoco pude conocerte demasiado, pero te quiero como si aún estuvieras aquí. No te haces una idea de lo orgullosa que estoy cuando alguien me habla de ti, de lo mucho que te querían.

Sé que nunca te lo dije, pero entiéndeme, era muy pequeña: no podría haber tenido un padre mejor que tú. Lo diste todo por nosotros, te dejaste el alma para que a nosotros no nos faltase de nada. Sin embargo, ahora nos faltas tú, que eras lo más importante.

No me pude despedir de ti, pero siempre he pensado en qué te diría si pudiera hacerlo. Creo que te diría que tu “chocho loco” te quiere hasta tal punto que duele, que ha sido un regalo el tenerte como padre, que yo cuidaré a mamá y a mi hermano por ti. Te diría que siempre ibas a estar conmigo, que todo lo hago para que estés orgulloso de mí. Que te admiro, que te voy a echar muchísimo de menos, que me esperes, y sobre todo, que tú no te mereces rosas.