Ni una oportunidad más, ni una mala palabra, ni una mala
mirada. No consiento ni una más.
Te creí cuando me dijiste que me querías, aun sabiendo la de
veces que me habías fallado, la de noches que me pasé llorando por ti. Hoy me
siento estúpida y engañada a partes iguales, porque no hay peor ciego que el
que no quiere ver y por desgracia yo solo te veía a ti.
No veía tu desprecio constante, no vi cómo me tratabas mal, cómo decías cosas sólo para hacerme
daño, cómo me hacías sentir inferior. Sin embargo, lamento decepcionarte, pero
el que es inferior eres tú. Jugar con las personas y hacerlas sufrir con el
objetivo de sentirse mejor no es más que un sinónimo de inferioridad que no
quieres reconocer. Así que, “cariño”, quédate con tus palabras bonitas,
aquellas que sólo usas para intentar convencerme de una historia que en
realidad se queda en eso, una historia. Quédate con tus desprecios, con tus
chicas de una noche, con la vida fantástica que aparentas tener. Quédate con tu
amor barato, ya no lo quiero. Merezco más que humo.